El que bebe de este agua vuelve a tener sed; pero el que beba del agua que yo le daré nunca más tendrá sed:
el agua que yo le daré se convertirá dentro de él en un surtidor de agua que salta hasta la vida eterna.
Jesús sacia la sed de paz, de justicia, de fraternidad, de felicidad, la sed de Dios.
Cuando buscamos otras fuentes de felicidad es porque no nos hemos encontrado con el Señor.
Cuando buscamos otras fuentes de felicidad es porque no nos hemos encontrado con el Señor.
Si nuestro corazón está intranquilo, acerquémonos a Jesús: nos dará su paz y la gracia que salta hasta la vida eterna.
Solamente el que tiene sed, se alegra de haber hallado la fuente.
El que no está sediento, pasa de largo sin hacer caso del manantial.
Encontrar a Dios es dar con el manantial de agua viva que hace reverdecer el desierto de la vida humana.
Encontrar a Dios es dar con el manantial de agua viva que hace reverdecer el desierto de la vida humana.
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