Cuando hay fe, el pan se multiplica. Cuando han egoísmo, hasta la riqueza se convierte en pobreza. El Señor viene en Navidad. Y, entre otras cosas, viene para recordarnos que en el mundo podemos vivir como hermanos. Que en la tierra se puede vivir dignamente poniendo todos un poco de nuestra parte. Si el Señor hizo andar a los paralíticos, devolvió la vista a los ciegos o la sensación del sonido a los sordos ¿por qué no nos va a dar a nosotros lo que más necesitamos para ser felices? Recientemente, un joven, en un programa televisivo decía –más o menos- lo siguiente: “no me falta de nada, pero siento que me falta algo” ¿No le faltaría a este chico alguien? ¿Alguien con quién hablar? ¿Alguien con quién compartir? El Señor, viene en Navidad, vigilemos para que repartamos, como Dios lo hace, con el corazón.
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