Siempre y sobre todo, desde el carné por puntos, supone un riesgo el no respetar las reglas de juego que intervienen en el código de circulación.
Dios se duele una y otra vez, de la falta de sabiduría del ser humano para reconocer su presencia. Los profetas fueron maltratados, ninguneados, algunos aniquilados y, Jesús mismo, llevado a una cruz.
El Adviento nos invita a comprar el “radar de Dios”. ¿Qué es el radar de Dios? Es aquella sensibilidad especial que nos hace percatarnos de que, el Señor, viene a nuestro encuentro. Que lo tenemos delante. Que va a nacer en una cuna. Que, el amor que Dios nos trae, es la mejor medicina para un mundo enfermo.
Se acercó un discípulo a su maestro espiritual y le pregunto; ¿si subo a la montaña podré ver a Dios? ¿Sabéis lo que le contestó el maestro? Quita la montaña de tus ojos, la tierra de tus ojos, las piedras de tus ojos…y verás a Dios.
¿Qué debemos de quitar de nosotros para vivir de verdad el espíritu de la Navidad?
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