Una voz, en medio del desierto en el que a veces se convierte el mundo, nos dice….”allanad el sendero”.
Ojala que, como Juan Bautista, también nosotros seamos buenos “camineros”.
Muchas veces cuando vamos por la autopista nos encontramos con empleados que van echando brea u otro material por las carreteras. ¿Para qué? ¿Por qué? Para que nosotros, cuando vayamos de viaje, lo hagamos sin muchas dificultades y con más comodidad.
Lo mismo ocurre en Adviento.
¡Prepara las carreteras de tu corazón!
¡El suelo de tu alma!
¡El firme de tu conciencia!
¡Qué pregón tan grande se nos dará en la Noche de Navidad! DIOS VIENE A SALVARNOS
Pero, claro, hacen falta PREGONEROS. Voces dispuestas a ser la VOZ DE DIOS en medio de tantas noticias que hablan de todo menos de Dios.
Que sí, amigos, que si…hay que invertir en este tiempo de ADVIENTO oración, silencio, escucha, eucaristía, caridad…porque, sólo así, estaremos reparando esas calzadas, esas calles por las que Dios quiere entrar.
El Señor no podrá nacer si andamos confundidos; si miramos a las luces de los escaparates y olvidamos el fulgor de la estrella; si nos ponemos auriculares para escuchar la música del mundo, y no percibimos el anuncio celestial del Angel: DIOS NA HACIDO.
Es hora, con Juan, de preparar el camino. ¡Y Bendito sea Dios que nos da esa oportunidad!
Que no nos ocurra como aquel escalador al que después de alcanzar la cima de una gran cumbre le preguntaron: “¿Cómo es la montaña?”. Y respondió: “no lo sé; en todo momento miré hacia abajo”
.La navidad será navidad si la llenamos de la dulzura de Dios y sino…serán otros tantos días más que nos dejarán desmotivados y decepcionados. Es cuestión de que no nos dejemos robar, en medio de tanta preparación superflua, aquella otra que nos hace sensibles y receptivos al auténtico Misterio que se avecina.
Señor……¿por dónde vienes? Y el Señor contestó: apareceré por aquellos caminos que estén bien preparados. Y pensar que el camino es el hombre...
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