Te traemos ALEGRIA. Ya sabemos que, en muchas ocasiones, avanzas cabizbajo y triste. Que te preocupa la situación de tu entorno y del mismo mundo. La alegría, aunque sea un bien escaso, viene por un gran torrente que se da en las personas buenas.
Te dejamos VALOR. En varios momentos, la rectitud, se convierte en enemiga del pillaje. Ante la debilidad o la incertidumbre te vendrá bien para hacerles frente.
Te obsequiamos FE. En nuestras subidas y bajadas a las casas, percibimos una cosa: el hombre está tremendamente solitario. En un rincón te hemos dejado “fe”. Te garantizamos que, con ella, nunca te encontrarás solo.
Te inyectamos un poco de AMOR. Por experiencia, aunque seamos reyes, sabemos que, quien ama, sufre. También, en propias carnes, para llegar hasta Belén tuvimos que esquivar varios inconvenientes. Luego vimos que, el amor, lo multiplica y satisface todo.
Te regalamos un vaso de SENSIBILIDAD. Constatamos que, por diversas causas, en el mundo se llora mucho pero, a veces, las lágrimas se quedan sólo en eso. La sensibilidad que te traemos, tal vez, no te hará llorar pero sí te empujará a trabajar en contra de aquello que consideres injusto.
Si buscas hoy, en el fondo de tu corazón, verás que te hemos puesto un nombre: DIOS. Nos extraña tantos que dicen ser sus hijos, pero, por otro lado, les cuesta dar la cara por El. Es el regalo del que más nos cuesta desprendernos. Aprovéchalo.
Debajo de tu almohada depositamos LA VERDAD. No te dejes vencer por las verdades a medias que son grandes mentiras. El decir las cosas a la cara puede llevar a un gran disgusto. El no decir la verdad puede generar un maremoto de complicaciones.
En la sala de estar, te hemos confiado la SINCERIDAD. Ya sabemos que muchos dicen que “hay que ser sinceros”. Pero, amigo, ser sincero no es lo mismo que abrir el corazón. A veces, en nombre de la sinceridad, sólo se busca el hacer daño buscando la debilidad del otro. Cuando hables…piensa lo que dices y, si de verdad, es sentimiento noble de tu corazón.
Nos ha costado entrar en tu hogar. Hemos comprobado que, prácticamente, tenías de todo. Por ello mismo, y visto lo visto, te damos lo que –sin ella- nada de lo que posees te dará la felicidad: SALUD. Con ella disfrutarás, incluso, de lo que no tienes. Sin ella, hasta la mayor riqueza te producirá ansiedad y desdicha.
Cuando te encuentres airado, violento, fuera de ti mismo, sube a lo más alto de tu casa. Allá arriba, en un rincón, hemos dejado el don de la PAZ. Ella, por ser una meta difícil de alcanzar y puesta en lo más alto de la cumbre, te hará erguir tu cabeza para pedírsela a Dios.
Siempre, tus amigos y reyes.
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