Caminar es crecer


Caminar es crecer y superarse.
Caminar en presencia del Señor es sentir su cercanía,
dejarse guiar por sus deseos,
dejarse envolver por su ternura.

Caminar hacia el país de la vida es luchar contra la muerte,
defendiendo la justicia y sembrando esperanza.
Pero ¿dónde está, Señor, el país de la vida?
¿Dónde se encuentra la morada del amor?
Porque muchas veces me repito:
“¡Cuántas cadenas me atan! ¡Cuántas tristezas y desencantos!

Rompe, Señor, mis cadenas y libérame de mis apegos.
Dime cuál es el país de la vida y llévame tú de la mano.
Y me dejaré guiar, y cantaré tus alabanzas.

Bendito seas, Señor, que rompiste mis cadenas.
Bendito seas, Señor, que me llenas de vida,
que me conduces al país de la vida.
Tú eres la tierra de la dicha,
el país de la libertad, el reino del amor.
Bendito seas, Señor, mi camino, mi vida y mi alegría.
Caminaré en presencia del Señor en el país de la vida.

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