El ser humano tiene necesidad de sentirse parte de la creación.
Con frecuencia no nos damos cuenta de que todo lo que nos rodea es el cuadro que Dios ha pintado para nosotros, por eso, cuando caemos en la cuenta de que no estamos solos es quizá cuando más solos nos sentimos.
La inmensidad de la creación a veces nos queda grande porque nos sentimos pequeñas partículas, absurdas y pequeñas, frente a esa gran obra de Dios.
Correr el riesgo de darnos con lo que somos a esa creación es vivir la vida desde la serenidad que nace de dentro queriéndose dar hacia fuera.
Sentarse cabizbajo, apostando por el peligro absurdo del riesgo sin un horizonte que conquistar, es desesperación humana que no nos conduce a ningún sitio, solo al sufrimiento.
¡Apoyemos los pies en terreno firme! ¡Pongámonos metas alcanzables y posibles de realizar!
Encar
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