Cada amanecer tenemos una oportunidad de vivir aquello que el día nos presenta.
Nos levantamos con propósitos concretos para hacer y desarrollar.
Hay muchas ocasiones en que, al llegar la noche, comprobamos que no hemos hecho la mitad de lo que queríamos.
Cuando pasamos las diapositivas de nuestro día, al tocar de nuevo la almohada, nos damos cuenta de las oportunidades que hemos desperdiciado de vivir, de ser felices, de darnos desde lo que somos, de escuchar, de decir la palabra apropiada en el momento adecuado.
Eso es la vida... un ir y venir, un levantarnos y acostarnos y... siempre... siempre... una oportunidad de hacer las cosas mejor que ayer, crecer, sonreír al que está junto a los otros, preocuparnos por los que más lo necesitan, ayudar al que nos solicita y olvidar lo que nos ha hecho daño.
Si vivimos desde ahí, esas diapositivas de nuestra vida no pasarán en vano, tendrán un sentido y razón de ser y... descubriremos en cada una de las imágenes esas preciosas oportunidades que Dios nos ofrece cada día de ser nosotros mismos y darnos desde nuestra libertad interior.
Encar
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