Cuando alguien nos marca un gol es porque no hemos alcanzado el balón o se nos ha escapado de las manos llegando a cruzar la frontera de nuestra portería.
Ningún portero de fútbol quiere que le metan un gol. Del mismo modo, nosotros no queremos que aquello por lo que luchamos y nos esforzamos a diario se nos escape.
Para conseguir este fin necesitamos mucho entrenamiento, constancia, renuncia, sabiduría, vitalidad... pero sobre todo... necesitamos poner mucho AMOR... para que todo lo que realizamos tenga un fin por si mismo: el fin de vivir de cara a los demás y desde lo que vivimos por dentro con un horizonte muy claro de entrega generosa y claridad en aquello que somos.
A veces la vida nos mete goles inesperados que nos pillan desprevenidos y ni siquiera podemos prepararnos para intentar pararlos... son los "goles de la vida"... inesperados e inmediatos, que nos dejan tirados en el cesped del campo mirando hacia atrás y viendo al balón entrar sin poder hacer nada para remediarlo.
Esos goles son parte inherente de la vida.
Nuestra existencia puede ser semejante a ese partido que jugamos en el bando elegido, con las personas escogidas, el vestuario requerido y la preparación física-psíquica que hemos ido realizando a lo largo de los años.
¡Luchemos por aquello que nos une, por lo que nos ilusiona y emociona para realizar en cada momento lo que es importante para nosotros y para aquellos por los que vivimos"
Encar
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