A los ojos de Dios eres grande.
Ámate como eres, con lo que tienes, con tus luchas, con tus incoherencias, con tu pobreza... con tu grandeza.
No te hagas una falsa imagen de ti mismo y, sobre todo, no finjas ser quien no eres.
Dibuja tu rostro alegre... el tuyo, no el que los demás quieren encontrar en ti.
Muéstrate sin miedo a los otros, es un error camuflar lo que eres pues los demás no creerán en ti si les mientes.
Mira de frente a quienes te quieren y a los que te quieren menos, pues en ti hay una fuente inagotable de pasión por la vida que merece la pena que conozcas y que des a conocer.
Encar
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