Queridos hermanos:
“Uno de los peligros más grandes que nos acechan es el "acostumbramiento". Nos vamos acostumbrando tanto a la vida y a todo lo que hay en ella que ya nada nos asombra; ni lo bueno para dar gracias, ni lo malo para entristecernos verdaderamente” (…)
“El acostumbramiento nos anestesia el corazón, no hay capacidad para ese asombro que nos renueva en la esperanza, no hay lugar para el reconocimiento del mal y poder para luchar contra él.”
“Por otra parte suele suceder que sobrevienen momentos tan fuertes que, como un shock, nos sacan del acostumbramiento malsano y nos ponen en la brecha de la realidad que siempre nos desafía a un poco más” (…)
“En el camino de la vida del discípulo, la Cuaresma se presenta como ese momento fuerte, ese punto de inflexión para sacar el corazón de la rutina y de la pereza del acostumbramiento.”
“Cuaresma, que para ser auténtica y dar sus frutos, lejos de ser un tiempo de cumplimiento es tiempo de conversión, de volver a las raíces de nuestra vida en Dios. Conversión que brota de la acción de gracias por todo lo que Dios nos ha regalado, por todo lo que obra y seguirá obrando en el mundo, en la historia y en nuestra vida personal.”
“La acción de gracias y la conversión caminan juntas” (…)
“Jesús al enviar a sus discípulos a anunciar ese Reino les dice: "den también gratuitamente". El Señor quiere que su Reino se propague mediante gestos de amor gratuito.”
“La fe es don de Dios que no puede no llevarnos a la acción de gracias y dar su fruto en el amor. (…)”
“No hay fe verdadera que no se manifieste en el amor, y el amor no es cristiano si no es generoso y concreto. (…) Cuando nos hacemos cargo de las necesidades de nuestros hermanos, como lo hizo el buen samaritano, estamos anunciando y haciendo presente el Reino.”
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