Oramos por nuestra viña


Tú, Señor, que dividiste la Tierra Prometida entre las tribus de Israel, has determinado las circunstancias de historia, familia, Congregación, en que yo he de vivir. Mi Tierra Prometida, mi herencia, mi VIÑA, en términos bíblicos. Te doy las gracias por mi viña. La acepto de tu mano, quiero declararte, directa y claramente que me agrada la viña que para mí has escogido.

Oigo voces que comparan y se quejan e incluso preferirían haber tenido otra “viña”. Pero no, Señor, todas las tierras son sagradas.

Muchas personas a mi alrededor son más prósperas, han sido más prolijas sus obras, y yo te alabo por ello. Hay racimos más apretados y uvas más dulces en otros viñedos alrededor mio. Con todo, yo aprecio y valoro la mía más que ninguna otra, porque es la que Tú me has dado. Tú has fijado el que debía ser mi patrimonio, y yo me regocijo en aceptarlo de tus manos.

Tú me preparas cada día los acontecimientos que salen a mi encuentro. Tú me preparas mi heredad. Tú me entregas mi viña día a día. Enséñame a arar la tierra, a sacar provecho de todo lo que Tú me envías. 

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