Dijo una ostra a su vecina:—Siento un gran dolor en mis entrañas. Es como un peso dentro de mi que me está dejando completamente exhausta.Contestó la otra con presunción y regodeo:—Gracias al cielo y al mar, yo no siento dolores. Estoy bien y me siento sana por dentro y por fuera.Pasaba en aquel momento por allí un
cangrejo y oyó la conversación de las dos ostras. Y dijo a la que se sentía bien y sana por dentro y por fuera:—Si. Tú estás bien y te sientes sana por dentro y por fuera. Pero el dolor que tu amiga lleva dentro de si es una perla de belleza extraordinaria.
Es una lección dura la de hoy: el esfuerzo produce su fruto. Lo que pasa es que nosotros, Señor, queremos la mayoría de las veces el fruto sin esfuerzo, el éxito sin dolor... como si Tú nos hubieras salvado sin pasión y cruz... Ayúdanos a amar el esfuerzo y el dolor que antecede al éxito. Y haz que nos acordemos siempre de aquéllos que sufren sin encontrarle sentido a su dolor.
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