La es-pera

La espera solo la anhelamos cuando lo que va a llegar es algo bueno. 
Hay momentos en los que esperamos algo con ansia porque inundará de felicidad nuestro corazón. En otras ocasiones la espera es angustiosa porque no conocemos el desarrollo de la misma, nos puede traer sufrimiento y, por tanto, deseamos que pase lo que tenga que pasar lo antes posible.
Como creyente, en estos días, espero unos días llenos de contenido evangélico.
Espero la celebración de la muerte y resurrección de Jesús.
Mi espera vive inmersa en el silencio de la noche que se avecina y que, con seguridad, dará paso a un amanecer resplandeciente en el que Cristo caminará a mi lado ofreciéndome un modelo de vida a seguir e imitar.
En la espera no estoy sola, otras esperas se apoyan en mí y yo en ellas, para juntas vivir una apasionante historia de Amor entregado por completo y compartido hasta el extremo.
El Amor de Dios es el fruto de mi espera.

Encar

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