¿Estás enfadado?

¿Estás enfadado? ¿Analizaste los motivos? ¡Seguro que tienes toda la razón del mundo para estar enfadado! ¡No hay derecho! ¡Las cosas se tuercen, nadie te entiende, se llegan a acuerdos y algunos no los cumplen...! ¡No te han tenido en cuenta! ¡No es justo!...
Podríamos seguir dándonos razones que justifiquen nuestro mal humor, seguro que todas tienen una base real... pero... ¿consigues algo enfadándote con el mundo? ¿Se solucionan las cosas revolviéndote por dentro y arrugando la cara?
Ahora viene cuando tú me dices "¡claro, como no eres tú la que vives lo que me ha pasado no lo entiendes y te resulta muy bonito decir que no haga caso a mi enfado!"
¡Pues sí! es justo lo que iba a decir ahora pero con un matiz muy claro:
Piensa en todas las veces que te has sentido perdonado, piensa en las cosas que has hecho mal desde que naciste y en las muchas veces que te han disculpado, recuerda los pasos erróneos que diste con consecuencias penosas y trae a tu memoria a las personas que te ayudaron a encauzar de nuevo la vida.
Revive esa mano amiga que te aceptó y sigue aceptándote como eres, a pesar de tu debilidad. Recuerda todos los momentos buenos que has vivido con quienes ahora frunces el ceño... y... sobre todo... piensa que Dios, desde lo alto se ríe de tu cara arrugada, te anima a ensanchar el corazón y a que te mires al espejo para que de nuevo dibujes en ella una sonrisa de oreja a oreja.

Encar

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