En la oscuridad de la noche, los navegantes por siglos confiaban en las estrellas para orientarse hacia el puerto seguro. Nuestra vida es como una travesía, como un viaje por el mar, a menudo, oscuro y borrascoso, un viaje en el que escudriñamos los astros que nos indican la ruta.
Con un himno del siglo VIII/IX, por tanto de hace más de mil años, la Iglesia saluda a María, la Madre de Dios, como « estrella del mar »: Ave maris stella. En esta travesía de nuestra vida necesitamos estrellas que nos indiquen el camino a seguir. ¿Quiénes son estas estrellas? Son las personas que han sabido vivir coherentemente. Ellas son luces de esperanza. Jesucristo es ciertamente la luz por antonomasia, el sol que brilla sobre todas las tinieblas de la historia. Pero para llegar hasta Él necesitamos también luces cercanas, personas que dan luz reflejando la luz de Cristo, ofreciendo así orientación para nuestra travesía. Y ¿quién mejor que María podría ser para nosotros estrella de esperanza, Ella que con su « sí » abrió la puerta de nuestro mundo a Dios mismo?
La mariología actual trata de darnos una visión de María como madre de Jesucristo, primera discípula de su Hijo y modelo de vida auténticamente cristiana.
Más en concreto, María es hoy para nosotros modelo de acogida fiel de Dios desde una postura de fe obediente; ejemplo de actitud servicial a su Hijo y de preocupación solidaria por todos los que sufren; mujer comprometida por el “reino de Dios” predicado e impulsado por su Hijo.
La devoción a María no es, pues, un elemento secundario para alimentar la religión de gentes “sencillas”, inclinadas a prácticas y ritos casi “folclóricos”. Acercarnos a María es, más bien, colocarnos en el mejor punto para descubrir el misterio de Cristo y acogerlo. ( Cfr. Pagola, pag. 19, El camino abierto por Jesús).
San Bernardo le dedicó a la Virgen, Estrella del Mar, este poema:
Si se levantan los vientos de la tentación: si te arrastran hacia los acantilados de la desesperación... mira la estrella; invoca a María.
Si están a punto de ahogarte las olas de la soberbia, la ambición, la envidia, la rivalidad...mira a la Estrella; Invoca a María.
Hna. Carmen Ramírez González_AM
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