Estando durmiendo un león en la falda de una montaña, los ratones del campo, que andaban jugando, llegaron allí; y casualmente uno de ellos saltó sobre el león, y éste le cogió. El ratón viéndose preso, suplicaba al león que tuviese misericordia de él, pues no había errado por malicia, sino por ignorancia, por lo que pedía humildemente perdón.
El león viendo que no era digno de él tomar venganza de aquel ratón, por ser animal tan pequeño, dejóle ir sin hacerle mal.
Poco tiempo después el león cayó en una red, y viéndose enlazado, comenzó a dar grandes rugidos. Oyéndolo el ratón acudió al momento, y viendo que estaba preso en aquella red, le dijo:—Señor, ten buen ánimo, pues no es cosa que debas temer, yo me acuerdo del bien que de ti recibí, por lo cual quiero volverte el servicio.
Y diciendo esto, comenzó a roer con sus dientes y rompiendo los ligamentos de la red desató al león.
(Esopo)
El que siembra buenas obras recoge, generalmente, agradecimientos. Aunque no siempre es así. Pero lo importante, Señor, es que podamos pasar por este mundo “haciendo el bien”. Como dice el Evangelio que pasaste tú. Tampoco a ti te agradecieron todo lo que hiciste por ellos, pero no por eso dejaste de hacerles el bien. Que nosotros seamos siempre agradecidos y estemos dispuestos a hacer el bien aunque nadie nos lo agradezca.
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