Aquellos maravillosos años en los que el tiempo era eterno, los días grises no existían, la diversión era el proyecto de cada amanecer, los compañeros de colegio el momento más esperado de encuentro...
¿Dónde quedaron?
Quedan en el recuerdo, en la memoria del corazón.
Lo que fuimos... ahora somos, lo que vivimos ahora intentamos reproducirlo en los demás, lo que nos hizo daño intentamos evitarlo, lo que fue motivo de alegría ahora lo recordamos con una sonrisa en el rostro.
En todo ello, Dios estaba presente y lo sigue estando.
Si miramos atrás y recorremos nuestra historia descubrimos su presencia salvadora y sanadora. Su amor por nosotros siempre nos acompaña y, junto a Él, seguimos recorriendo ese camino al que llamamos VIDA.
Encar
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