Atrévete a tocar el cielo


Ana  vivía en un pueblecito cerca del mar, se pasaba el día mirando a través de la ventana de su habitación, la encantaba levantarse por las mañanas y mirar, como el día amanecía con un sol radiante, ver a sus amigos jugando, gente paseando y al fondo como todos los dias, el mar y el cielo azul, que se perdían juntos, unidos en el infinito, siempre su mirada la dirigía hacia allí, siempre querría haber llegado, a tocar el borde donde el cielo se une con la tierra.
 Pero nunca lo hacia, nunca lo intentaba, siempre permanecía allí sentada mirando sin actuar, nunca se atrevía a salir a ir más allá, apenas se atrevía a salir de su habitación, allí era donde Ana, se encontraba protegida, nada malo la podía pasar, su ropa, sus cosas, pero el mundo de fuera, el mundo tras la ventana la asustaba.
 Sus padres, su familia, siempre la habían animado a descubrir todo lo que habia allí fuera, esperándola, pero ella no se atrevía, sus amigos habían dejado de ir a buscarla, siempre les decía que no.  Poco a poco, pasó el tiempo y solo su ventana la atraía, uno de esos días Ana estaba mirando por ella, ensimismada, con sus ojos puestos en el infinito, cuando una voz  la dijo: “Ven, atrévete, ven te estoy esperando”, una voz que la animaba a salir, una voz que la trasmitia paz, tranquilidad, calma, sosiego, se sentía tan bien, que se dejó llevar. Sin más, salió a la puerta, sus padres, no podían creer  lo que estaba pasando, ¿que había cambiado?, los ojos de Ana solo seguían a esa voz y a esa fina línea donde cielo y tierra se unen.
 De paso por el parque, sus amigos la vieron y decidieron unirse a su familia que la seguía en silencio, querían acompañarla. En el camino se encontró con más personas conocidas, profesores, vecinos, todos ellos, asombrados por la manera en la que actuaba Ana, se fueron incorporando al grupo.
 Ana seguía, en su cabeza solo escuchaba “Atrévete estás más cerca, no tengas miedo a nada, estoy contigo, nada te pasará confía en mí”. De pronto, llego hasta la orilla del mar, allí se paró cuando el agua mojó sus pies y vio tan cerca, esa fina línea donde tierra  y cielo se unen, vio como cielo y  mar eran uno solo   y  comprendió que la vida del cielo la podemos tener reflejada aquí en la tierra.
 Ana se giró y observó a toda la gente que la había seguido, sus padres, amigos, vecinos y comprendió lo importante que era para cada uno de ellos, comprendió que por ellos, tenía que atreverse a vivir la vida, si estaba cerrada en su habitación, en su corazón, no podía llegar a nadie, no podía ser, ni dar felicidad, comprendió que cuando uno se atreve, apuesta, consigue y gana.
Ana apostó por la vida, a veces estamos perdidos, sin rumbo, cerrados en esa habitación, nos da miedo a seguir, a salir de ella, la monotonía se adueña de nosotros, es entonces cuando, tenemos que buscar, tenemos que escuchar, esa voz interior, que nos guía, nos orienta, nos marca la pauta y el camino y debemos ATREVERNOS a seguirla, está ahí, presente cada día en lo más profundo de nosotros, solo tenemos que saber escucharla. ATRÉVETE  a encontrarla, está en mí, está en ti, búscala, te está esperando, y cuando la hayas encontrado te sentirás feliz  de haberte ATREVIDO  a buscarla, serás feliz de haberla encontrado entonces no tendrás miedo a nada y trasmitirás esa Felicidad, ese entusiasmo a los demás, a los que día a día te acompañan en la vida, confía, vívelo, ATREVETE a experimentarlo, verás como así, llegas a tocar el cielo con tus manos.
ATREVETE A:
Lanzar globos de colores al cielo, para que tus manos puedan llegar a él. Escribe en él mensajes y atrevete a gritar al mundo lo que quieres, lo que amas, por lo que eres feliz.

  •  Nos atreveremos a darnos abrazos, besos, a decir te quiero, sobre todo a los que mas nos cuesta, ¿porque no?, a lo mejor, es lo que estaban esperando, un momento, una oportunidad para conocernos.
  • Entre todos moveremos el paracaídas de colores, entre todos podemos, necesitamos en todo momento de los demás de los que están a nuestro lado, llegará tan alto como nuestros corazones quieran y sientan.
  • Haz un corazón pon con letras grandes “Yo ya me atreví y tú” y regálaselo a alguien que te cueste mucho hablar con él.

ATRÉVETE a decir que es lo que impide a tu corazón gritar que eres feliz y busca la solución, ESCUCHA EN LO MAS PROFUNDO DE TI,  no te quedes parado, esperando, actúa.

Bea

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