Cuando miramos al Cristo del Corcovado desde lejos lo vemos pequeño, en lo alto de la montaña, casi tocando las nubes... sus brazos en cruz nos recuerdan el abrazo de Dios Padre a través de su Hijo.
Cuando subimos la montaña y nos acercamos al Cristo lo vemos inmenso, nuestra visión no logra alcanzar toda su grandeza y la sensación de sentirnos pequeños se hace palpable.
Cristo acogiendo al mundo, recordándonos que su corazón siempre está abierto a cada uno de nosotros.
Los brazos de Cristo son los del hermano que tenemos cerca y a veces nos cuesta descubrir.
Los brazos de Cristo son los del amigo que nos acompaña en cada cosa que vivimos.
Los brazos de Cristo son los de aquellos que necesitan de nuestra presencia para ser felices.
Los brazos de Cristo son los de los débiles que sufren las consecuencias del dolor y el desarraigo.
Los brazos de Cristo son los de quienes tienen nobles ideales y se esfuerzan por hacerlos realidad.
Los brazos de Cristo... son los tuyos y los míos... porque Cristo no tiene brazos... solo tiene nuestros brazos para manifestar al mundo su mensaje de Amor.
Encar
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