Ya seas profesor, catequista, alumno o catecúmeno, te conviene marcar bien el rumbo del nuevo curso que comienza. Para marcar bien el rumbo hay que tener clara la meta a la que queremos llegar y los medios con los que contamos para hacerlo. Poner a punto todo antes de emprender el viaje es una obligación. Una vez preparados... a navegar.
1.- Que los errores del año pasado no te impidan avanzar en aquellos proyectos e ideales que te marcaste: aportará ilusión a tu trabajo.
2.- Vive con intensidad lo que haces. Cuando uno disfruta con lo que aprende o enseña, se nota. No pongas “el piloto automático”.
3.- Aprecia lo que realizas. No siempre solemos conseguir lo que pretendemos. Hay que caminar hacia adelante con lo que tenemos.
4.- Respeta a las personas que están delante de ti. Si eres profesor, llena de sabiduría a tus alumnos. Si eres alumno, valora el esfuerzo de los que intentan abrirte horizontes.
5.- Sé consciente de tus limitaciones. Con ello conseguirás dos cosas: la humildad y el que los demás te puedan ayudar.
6.- Encomienda a Dios tus afanes. El te dará la serenidad ante las dificultades, la sabiduría ante los retos, la constancia cuando te ronde la debilidad.
7.- Sé persistente en tu responsabilidad. Educar, ni ser educado, es fácil. En el día de mañana se agradecen dos cosas: las personas que se desgastaron por nosotros y los conocimientos adquiridos.
8.- Reflexiona sobre los frutos del pasado curso e, intenta, alcanzar aquellos objetivos que no fueron cumplidos.
9.- Muéstrate delicado en tus expresiones físicas y verbales. No por ser espontáneo ni duro, somos más personas ni más respetados. Todo lo contrario.
10.- Defiende tus ideales cristianos. Que se te vea contento de tu pertenencia a la iglesia de tu amistad con Cristo. Tendrás tu recompensa.
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