En aquel tiempo, le presentaron unos niños a Jesús para que les impusiera las manos y rezara por ellos, pero los discípulos les regañaban.
Jesús dijo:
- «Dejadlos, no impidáis a los niños acercarse a mí; de los que son como ellos es el Reino de los Cielos».
Les impuso las manos y se marchó de allí.
CLAVES para la VIDA
- Los evangelios destacan, de forma llamativa, cómo Jesús atendía a todos, pero mostraba su preferencia por los más débiles y marginados de aquella sociedad y de aquella cultura. Los niños, sin lugar a dudas, eran del grupo de los minusvalorados. El “de los que son como ellos es el Reino de Dios” muestra la actitud que Jesús propone a sus seguidores: su sencillez, su limpieza de corazón, la convicción de su debilidad... son como “notas” a vivir en el caminar de un seguidor de Jesús. Y es que la sencillez y la fragilidad del niño es toda una forma de plantarse ante la vida y ante la oferta del Reino y sus valores. La gratuidad es elemento natural y espontáneo de ese estilo de apertura y acogida, como aquel que espera y confía, en este caso, del Padre y en cuanto le ofrece. Para Jesús aquí está el “secreto” que todo lo hace diferente.
- De nuevo, se me propone un estilo con un determinado “aire”. Y es que los “pudientes”, los “sabiondos” no pueden aceptar de buen agrado la gratuidad del don del Reino; su autosuficiencia se lo impide. ¡Enorme tentación, con tantas y tan diversas formas simuladas y acosándome cada día! Pero... es una cuestión vital: acoger el Reino y su don, o rechazarlo con orgullo. Y tú... ¿qué?
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