Hoy, 16 de agosto, hace un año que comenzaba una preciosa semana en la que nos reunimos jóvenes de diferentes nacionalidades con un mismo fin "Proclamar al mundo que estamos firmes y arraigados en la fe y que nuestro sustento es la edificación en Cristo".
Atrás quedan las experiencias vividas, los recuerdos imborrables, el "calor sofocante" externo y el gran calor interno que nos dejó la Jornada Mundial de la Juventud.
Madrid se convirtió en una capilla de oración y evangelización en la que el mundo, una vez, más supo que la Iglesia la formamos muchas personas, muchos jóvenes que con nuestros fallos y virtudes proclamamos que Cristo está vivo y que es importante para nosotros.
Las banderas multicolores son el recuerdo de la universalidad, la igualdad de razas y países, el deseo de libertad y paz que albergan nuestros corazones.
Benedicto XVI nos unió para anunciar que Cristo está vivo.
Ojalá que sigamos anunciándole desde nuestra vida, desde la opción preferencial por los pobre y necesitados, desde el calor humano de corazones que desean seguir los pasos de Jesús de Nazaret.
Los retos son muchos, el camino no es fácil... pero la fuerza de la fe puede y podrá con todo lo que la vida nos vaya presentando.
Ahora... cercano tenemos otro encuentro en el que podremos realimentar nuestro deseo de unidad eclesial ¡Nos vemos en Rio de Janeiro!
Encar_AM
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