Un hombre fue a confesarse con un sacerdote y le pidió que intercediera a Dios por él, para ver si así dejaba sus pecados y su mala vida. El sacerdote así se lo prometió y así lo hizo; mas como al cabo de algún tiempo no paraba de quejarse de que seguía pecando y no le eran de provecho algunos aquellas oraciones, el sacerdote le dijo:
-Ven y ayúdame a levantar aquel costal de trigo que se le ha caído a esa mula.
Tomó el hombre por un lado y el sacerdote por otro, y cuanto más tiraba el pecador para arriba, más tiraba el sacerdote para abajo:
-¿Cómo lo vamos a levantar de ésta manera? preguntó el hombre.
-Pues igual haces tú - respondió el sacerdote: cuando pido a Dios te levante de tus pecados, tú sigues tirando hacia abajo.
Nuestra voluntad de querer cambiar es determinante en el proceso de santificación. Tu voluntad se ve robustecida con la oración y los sacramentos. Estas armaduras te protegen más eficientemente en este medio en que vivimos. ¡Vívelos para poder tener VIDA verdadera!
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