La Nueva Evangelización para la Transmisión de la Fe Cristiana. El Sínodo de los Obispos y el Año de la Fe.


Mons. Manuel Ureña    El ya no lejano domingo 7 de octubre, XXVII del Tiempo Ordinario, Su Santidad el Papa, Benedicto XVI, abrirá solemnemente en Roma la XIII Asamblea General Ordinaria del Sínodo de los Obispos, que trata esta vez sobre la “Nueva Evangelización para la transmisión de la fe cristiana”. Y, cuatro días más tarde, concretamente el jueves 11 de octubre, el Papa inaugurará solemnemente “in Urbe” el Año de la fe.
La nueva evangelización y el Año de la fe están intrísecamente unidos.

1.   Rasgos peculiares de la nueva evangelización.
El Beato Juan-Pablo II vio en el Gran Jubileo del año 2.000 un estímulo para asumir con nuevo ardor y renovado impulso la misión evangelizadora de la Iglesia.
Pues bien, tras las huellas de su predecesor, el Papa Benedicto XVI sigue poniendo especial énfasis en la misión evangelizadora de la Iglesia y señala, sobre todo, su singular novedad.
En efecto, aun no siendo nueva en su contenido, pues éste es siempre el mismo, la misión de anunciar el Evangelio se ve hoy urgida, particularmente en Europa occidental, a tener que confrontarse con cambios sociales y culturales de tal índole, que modifican en profundidad la percepción que el hombre tiene de sí mismo y del mundo, y que repercuten muy seriamente en el modo de situarse éste ante Dios.
El resultado de todas estas transformaciones sociales y culturales estriba en la difusión de una desorientación que se traduce en formas de desconfianza hacia todo aquello que nos ha sido transmitido acerca del sentido de la vida y en una escasa disponibilidad a prestar nuestra adhesión de un modo pleno y sin condiciones a lo que nos ha sido entregado como revelación de la verdad de nuestro ser.
Esta desconfianza, que provoca como obvia consecuencia el repliegue del sujeto sobre sí mismo y su resistencia a abrirse a la trascendencia, ha venido determinando el progresivo abandono de la fe en sociedades y culturas que desde hace siglos parecían haber sido impregnadas y penetradas por el Evangelio.

Se comprende así que reaccionar ante esta situación constituya un imperativo que el Papa Benedicto XVI se impuso desde el inicio mismo de su Pontificado. Como él dijo el 24 de abril de 2005, día del comienzo de su ministerio petrino, “la Iglesia en su conjunto y, de un modo especial, sus Pastores han de ponerse en camino como Cristo para rescatar a los hombres del desierto en el que se encuentran y conducirles al lugar de la vida, a la amistad con el Hijo de Dios, a Aquel que nos da la vida, y la vida en plenitud”.
Y, para ello, la Iglesia es consciente de que necesita de un nuevo ardor, de nuevos métodos y de nuevas expresiones.
Pues bien, dentro de esta voluntad recia de salir al paso de los desafíos de una sociedad que incluso se jacta no pocas veces de haber matado a Dios, hay que comprender la convocación del Sínodo sobre la nueva evangelización, cuya apertura se celebrará en Roma el día 7 del próximo mes de octubre. Y, desde esta voluntad de evangelizar al hombre de nuestros días, se comprende también la Carta apostólica en forma de Motu proprio Ubicumque et semper del Sumo Pontífice Benedicto XVI que éste firmaba en Castelgandolfo el 21 de septiembre de 2010 y con la que instituía el Pontificio Consejo para la promoción de la nueva evangelización.

2.   El Año de la fe.
Por otra parte, con la Carta apostólica en forma de Motu proprio Porta fidei, del 11 de octubre de 2011, el Santo Padre el Papa Benedicto XVI proclamaba un Año de la fe, el cual comenzará el 11 de octubre de 2012 y concluirá el 24 de noviembre de 2013, solemnidad de Nuestro Señor Jesucristo, Rey del Universo.
El comienzo del Año de la fe coincide con el recuerdo agradecido de dos grandes eventos que han marcado el rostro de la Iglesia de nuestros días: el cumplimiento de los cincuenta años desde la apertura del Concilio Vaticano II por el Beato Juan XXIII, el 1 de octubre de 1962, y la celebración de los veinte años ya transcurridos desde la promulgación del Catecismo de la Iglesia Católica, legado a la Iglesia por el Beato Juan-Pablo II, el 11 de octubre de 1992.
Ciertamente, el peor de los males que aflige hoy al mundo y a la Iglesia es la crisis de la fe en Dios y en su enviado Jesucristo. “Sucede hoy con frecuencia – dice Benedicto XVI en Porta fidei – que los cristianos se preocupan mucho por las consecuencias sociales, culturales y políticas de su compromiso, mientras que siguen considerando la fe como un presupuesto obvio de la vida común. Sin embargo, este presupuesto no sólo no aparece como tal, sino que muchas veces es incluso negado”.
De ahí que la nueva evangelización tenga como cometido principal transmitir a las nuevas generaciones la verdadera fe, la fe revelada positivamente por Dios a través de Cristo y guardada celosamente por la Iglesia en la Sagrada Escritura y en la Tradición. Esta fe no es simplemente una doctrina, pues tiene su fundamento en el encuentro con un acontecimiento, con una persona absoluta, Jesucristo, que da un nuevo horizonte a la vida y, con ello, una orientación decisiva. 

† Manuel Ureña

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