Estoy lleno de cosas, Señor


Hoy me dices a mí, como al niño rico,
que venda lo que tengo y lo dé a los necesitados.
Tú sabes bien, Señor, que estoy rodeado de cosas,
que creo necesidades constantemente
y no sé a qué renunciar, y cada día tengo más.

Ayúdame, Señor, te necesito,
acompáñame a dar un paseo por mis pertenencias,
sugiéreme de qué me puedo ir desprendiendo
y ayúdame a compartir lo que tengo de más.

El joven rico, al oírte, te dio la espalda y se fue.
Yo no quiero abandonarte, yo quiero seguirte
y hacer caso a tu sugerencia de dar lo que tengo,
para conseguir una mayor libertad interior.

Cuando Tú dices que son dichosos los pobres,
sé que me estás proponiendo vivir en austeridad,
ir despegándome de cosas, no tener todos los libros,
todos los discos,
todos los chismes...
que llenan neveras, estanterías y armarios.

Tú me invitas a necesitar menos,
para vivir sin apegos ni ataduras,
a necesitar menos, pues se vive mejor,
ya que, compruebo que lo que poseo,
al final me posee ello a mí.

¡Tantas veces, Señor, me he propuesto esto mismo!
Pero Tú sabes bien que me dejo arrastrar
por la moda, los caprichos, las costumbres...
Ayúdame a no ser el primero en tener lo último,
sino a regirme por luchar para que los últimos tengan más.

Hoy quiero hacer contigo un compromiso.
No puedo dejar, otra vez, de escuchar
las palabras que le dijiste al joven rico,
y que en tantas ocasiones quiero yo asimilar.

Voy a invitar a los míos a un vivir más austero,
voy a comprometer a mi gente a que nos esforcemos,
quiero ir dejando cosas, para ganar en libertad
a ver si al desprenderme, ya amo un poco más.

Juan Jauregui

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