Experimentando la armonía interior

A medida que progreses por ese camino, experimentarás una armonía interior, que te hará sentir profundamente alegre: hablarás de lo que vives; trabajarás desde tu propia experiencia de Dios; no separarás tu propia vida espiritual de tu trabajo pastoral, como si éste fuese un “desgaste” y no una fuente de espiritualidad para ti mismo como evangelizador. Casi sin pretenderlo, tu propia vida será el mejor testimonio de que crees lo que anuncias.

Lo peor que te puede pasar como evangelizador es que te “desfondes”, que pierdas la hondura de tu vida y de tu actividad: Jesucristo mismo que va creciendo dentro de ti, con la fuerza del Espíritu, hasta llegar a tener dentro de ti la “estatura” adulta de la maduración de tu propia fe.

Dentro de ti crece Jesús. No cortes su crecimiento con tu pereza y tu falta de respuesta. No puedes hacerte adulto y dejar que Jesús siga siendo el “niño” con quien te identificaste en la fe de tu infancia. “Ser como un niño” por tu sencillez y confianza no significa tener una fe infantil e ingenua, con la que no poder contar para iluminar tu camino de adulto.


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