Tú mismo, como creyente y como evangelizador eres obra del Espíritu. Sin su fuerza no se mantendría tu fe; sin su convicción, no serías capaz de manifestarte como creyente, sin miedos, y como colaborador en su tarea.
Si no fuera porque el Espíritu te da valentía, no te atreverías a tomar parte activa en “los duros trabajos del Evangelio”. Tú mismo puedes ser testigo de que en tu propia vida se ha cumplido con frecuencia la promesa de Jesús: “El Espíritu os sugerirá lo que tenéis que decir”. Más allá del trabajo pastoral de cada semana, acostúmbrate a contemplarte a ti mismo como “obra del Espíritu en favor de los demás”.
Un evangelizador sin la vida del Espíritu es una pura contradicción. “Vivir según el Espíritu” es el proyecto de vida para hacer fecunda la tarea evangelizadora.
No hay comentarios:
Publicar un comentario