Esta vez, ha ocurrido en Nigeria. Al menos seis personas murieron la noche de Nochebuena, durante una ceremonia religiosa, en una iglesia del estado de Yobe; también en el estado de Borno fueron asesinados un diácono y cinco fieles que habían acudido a la celebración navideña en una iglesia Bautista. Y eso que se habían desplegado dispositivos de seguridad en el país para prevenir este tipo de ataques. Además, el ejército nigeriano ha informado de que había detonado, en la ciudad norteña de Kano, un paquete de explosivos, supuestamente propiedad de un grupo de terroristas que pretendían atentar durante las festividades navideñas. Aunque todavía no se tiene constancia de que ningún grupo terrorista haya reivindicado el atentado, la zona y los objetivos cuadran con los elegidos habitualmente por Boko Haram.
También en Siria los cristianos afrontan una Navidad difícil. Un grupo insurgente de la región de Hama acaba de publicar un vídeo en el que amenaza con bombardeos y ataques a los habitantes de las localidades de Maharda y Al Sqeilabiya, de mayoría cristiana. El miliciano que aparece en la grabación, recogida por el Observatorio Sirio para los Derechos Humanos, advierte que todas las zonas bajo control de las fuerzas del régimen son objetivos legítimos para los ataques de los sublevados, e insta a la población a rebelarse contra el régimen del Presidente Bashar al Assad. Asimismo, advierte a los civiles de que deben permitir a los milicianos entrar en sus casas y refugiarse en ellas durante los combates.
En Indonesia, donde otros años, milicias musulmanes han protegido iglesias en Navidad, se han registrado varios incidentes, como manifestaciones contra los cristianos, o protestas frente a las iglesias en Nochebuena, según denuncia Human Rights Watch. Los atacantes arrojaron piedras y huevos podridos a los cristianos, e incluso orina.
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