Seguro que, más de una vez, llegabas tarde al trabajo o a una cita y te ha costado horrores recordar dónde dejaste las llaves de casa o del coche. En un artículo publicado hace poco en la revista cietífica Cognition, Grayden Solman, investigador de la Universidad de Waterloo (Canadá), llegaba a la conclusión de que este fenómeno tan común podría deberse a una falta de sincronización entre la parte del cerebro que controla los movimientos, que funciona a una velocidad muy alta, y las neuronas encargadas de percibir los objetos que nos rodean, que dada su lentitud no logran seguir el ritmo. Eso haría que, incluso si tenemos el objeto que buscamos justo delante de las narices, nuestro cerebro sea absolutamente incapaz de “verlo”.
Por lo tanto, matiza Solman, el fenómeno no tiene nada que ver con la mala memoria.
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