La reconciliación es una de las cosas más bellas que los seres humanos experimentamos a lo largo de nuestra vida.
La reconciliación, el perdón hacia los otros, nos hace a la vez perdonarnos a nosotros mismos. Nos libera, nos da vida, nos produce paz y serenidad porque... cuando perdonamos a los otros nuestro corazón se esponja, se engrandece, se hace sensible a la limitación y debilidad del ser humano, y por tanto, percibe con mayor nitidez su propia limitación y error. Hace consciente, en su mente y corazón, los pinchos de erizo que a veces despliega para que nadie ni nada se acerque a él.
El perdón nos hace crecer, nos saca de la prisión de la venganza, el rencor y el odio... nos conduce hacia paisajes soleados en los que podemos disfrutar de lo que somos verdaderamente por dentro y nos ayuda a saborear y valorar la riqueza que hay en la vida de cada una de las personas que nos rodean.
La reconciliación suaviza nuestras púas de erizo y las alisa para poder abrazar al hermano.
Encar_AM
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