"Invito a todos los católicos de todo el mundo a unirse en oración con nuestros hermanos y hermanas que están en China, para implorar de Dios la gracia de proclamar con humildad y con gozo a Cristo, muerto y resucitado, de ser fieles a su Iglesia y al Sucesor de Pedro y de vivir la vida cotidiana en el servicio a su país y a sus conciudadanos de una manera coherente con la fe que profesan", exhortó..
El Papa señaló que la oración por ellos es "para implorar de Dios la gracia de proclamar con humildad y con gozo a Cristo, muerto y resucitado, de ser fieles a su Iglesia y al Sucesor de Pedro y de vivir la vida cotidiana en el servicio a su país y a sus conciudadanos de una manera coherente con la fe que profesan".
Ante los miles de fieles reunidos en la Plaza San Pedro, el Pontífice dijo "haciendo nuestras algunas de las palabras de la oración a Nuestra Señora de Sheshan, me gustaría invocar con ustedes a María así: ´Señora nuestra de Sheshan, alienta el compromiso de quienes en China, en medio de las fatigas cotidianas, siguen creyendo, esperando y amando, para que nunca teman hablar de Jesús al mundo y del mundo a Jesús´".
Esta frase es parte de una oración compuesta el Obispo Emérito de Roma, Benedicto XVI que acompañaba una carta con fecha 27 de mayo, Solemnidad de Pentecostés en el año 2007, dirigida a los Obispos, Presbíteros, personas consagradas y fieles laicos de la Iglesia Católica en la República Popular de China.
Para finalizar el momento de oración, el Papa pidió "que María, Virgen fiel, sostenga a los católicos chinos, haga cada vez más preciosos a los ojos del Señor sus no fáciles compromisos y que haga crecer el afecto y la participación de la Iglesia que está en China al camino de la Iglesia universal".
El gobierno permite el culto católico únicamente a la Asociación Patriótica Católica China, subalterna del Partido Comunista de China, y rechaza la autoridad del Vaticano para nombrar obispos o gobernarlos. La Iglesia Católica fiel al Papa no es completamente clandestina; aunque es asediada constantemente.
Las relaciones diplomáticas entre China y el Vaticano se rompieron en 1951, dos años después de la llegada al poder de los comunistas que expulsaron a los clérigos extranjeros.
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