“No hace falta ningún motivo espacial para recorrer el camino de Santiago. El camino es como la vida, condensada en un puñado de días. Regala al peregrino infinitamente más de lo que éste puede ofrendarle. No busques nada especial en tu camino a Santiago. Recórrelo y recibirás, sin medida, sabiduría, santidad, armonía interior, curación, aliento. Encontrarás silencio, quietud, contemplación. Se grabará en tu corazón, pues es una actitud anímica, más que un esfuerzo físico. Caminas, ciertamente, con tus pies y con los ojos, y sobre todo, caminas con el corazón. Por eso, debes perseverar, contemplar, escuchar, interrogar. No tengas, por tanto, prisa. El verdadero camino de Santiago pueden recorrerlo tanto los cojos como los sanos”.
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