Lobos con piel de cordero

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
- «Cuidado con los profetas falsos; se acercan con piel de oveja, pero por dentro son lobos rapaces. Por sus frutos los conoceréis.
A ver, ¿acaso se cosechan uvas de las zarzas o higos de los cardos? Los árboles sanos dan frutos buenos; los árboles dañados dan frutos malos.
Un árbol sano no puede dar frutos malos, ni un árbol dañado dar frutos buenos. El árbol que no da fruto se tala y se echa al fuego. Es decir, que por sus frutos los conoceréis». Mateo 7, 15-20

PARA LA VIDA

- Casi al final del Sermón del Monte, se nos ofrece otra prueba más para poder descubrir la validez o no de un estilo y forma de vida: “por sus frutos les conoceréis” (v. 16). ¡Ahí es nada...! Y es que también en aquellos primeros tiempos (como hoy) se puede ocultar el mensaje en lugar de sugerir. La coherencia que propone Jesús a sus seguidores es una tarea constante y un empeño. De ahí que Jesús, Él mismo, se propone como modelo a seguir e imitar: “nadie tiene amor más grande que quien da la vida...”. Éste es el listón que marca, es la meta que pone delante a sus seguidores. Y, lógicamente, aquí las palabras no bastan, los “frutos” son los que cuentan.

- ¡Vaya examen el que nos brinda este texto evangélico (como otros muchos)! Si nos adentramos en la contemplación de nuestra vida, cuántas incoherencias surgen por todas partes. De ahí que al finalizar el Sermón de la Montaña, la actitud más coherente, -y que la siento como necesaria-, es la CONVERSIÓN del CORAZÓN, para que así, también las obras cambien y mi vida pueda ofrecer frutos que merezcan la pena. No es fácil quedarse impasible ante estas propuestas que cada día recibimos. ¿Qué tal te sientes, hermano/a? Yo, la verdad, no muy bien...

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