Durante muchos siglos, hombres y mujeres de todas partes del mundo han abandonado sus hogares para ponerse en camino hacia un santuario o un lugar de peregrinación. De la misma manera, durante siglos cristianos de toda Europa han recorrido grandes distancias al encuentro de la tumba del apóstol Santiago. Hoy en día, el camino ha tomado un auge que trasciende el ámbito cristiano, muchos recorren sus sendas sin un motivo claro de fe, pero para todos se convierte el camino en una profunda experiencia espiritual, el camino “toca” al peregrino. El que la mayoría de los que emprenden el camino no tengan motivaciones religiosa, lejos de ser un problema es una gran ventaja, los que llamamos “alejados” tienen una ocasión privilegiada e única de encuentro y cercanía a lo religioso. Todos caben en el camino…
EL CAMINO, UNA OPORTUNIDAD
El camino de Santiago es una experiencia personal, porque cada uno sale con lo que es, lo que tiene, a recorrerlo; cada uno se pone en marcha con sus interrogantes y sus deseos, con sus energías y capacidades, con su fe y sus problemas y espera encontrar algo para su propia situación. En el camino se vive una experiencia que deja huella y que transforma desde dentro, se está abierto, con los ojos, el oído y el corazón, para dejarse transformar por él.
EL CAMINO, EXPERIENCIA DE LO SAGRADO
En le camino el tiempo y el espacio son distintos, porque son sagrados. Lo “sagrado” es lo contrario a lo profano, a lo cotidiano, porque nos recuerda la presencia de otra dimensión, más profunda, más esencial, de nuestra vida; lo sagrado es lo habitado, espacio y tiempo de encuentro con nosotros mismos, con los demás y especialmente con Dios. Es más, esa presencia callada, velada pero constante de Dios nos pone en las condiciones más adecuadas para encontrarnos con nosotros mismos y con los demás. En el camino nos acercamos a los demás como compañeros y hermanos peregrinos, nos brota desde dentro el deseo de escucharles, servir, ayudar y colaborar… Ponerse en camino exige una actitud fundamental de fe, abandono y de confianza para dejarse guiar por el Espíritu.
EL CAMINO, UN CAMINO INTERIOR para todos
Pistas para orar en el camino de la vida
• Mira, escucha, respira hondo, descubrirás huellas y maravillas: El contacto con la naturaleza, los pueblos y sus gentes, el arte, la historia, los otros peregrinos, los hospitaleros ¡Esa es la belleza!, ¡algo irrepetible!, huellas del Creador…
• Disfruta del silencio, de la soledad, busca la mirada del Peregrino, Amigo y Compañero: Jesús, camina junto a ti, El es “CAMINO, VERDAD Y VIDA”. Siéntate junto a EL, sin prisa…
• Lee su Palabra, lleva en tu interior y rumia algún pasaje a lo largo de tu caminar. Cuenta a Jesús lo que te pasa en el Camino, lo que llevas en tu corazón, lo que buscas, anhelas, háblale de tus seres queridos, de los que sufren…Nos oímos mutuamente, compartimos la Palabra
• Aliméntate con su Pan de vida, vive la Eucaristía
• Levántate con alegría, marcha peregrino, vuelve a “casa”, ahora empieza para ti el verdadero camino, el de la vida diaria, cuenta lo que has experimentado y vivido en gratuidad en el camino…El camino ha operado en ti profundos cambios; vive con lo justo y necesario, saluda y sonríe, sirve comparte ayuda, • Invita a otros a vivir esta experiencia del Camino, a beber gratuitamente de la fuente de vida que brota a raudales para todos.
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