El domingo 14 de julio el programa de apoyo social y pastoral de las parroquias del Casco Viejo de Vitoria-Gasteiz, conocido como BERAKAH, celebró su ya tradicional fiesta fin de curso. Unas 300 personas, entre voluntarios y usuarios de los casi 30 servicios que presta esta “comunidad de bienes y servicios” se reunieron en el cerro de Estíbaliz, donde se ubica la basílica de la patrona de la Diócesis de Vitoria y la Provincia de Álava.
La mañana, calurosa y soleada agradecía comenzar la jornada con la celebración de la Eucaristía al abrigo de la agradable temperatura de la basílica románica, que subiendo en grados por mor del calor humano en todos sus sentidos. Una emotiva celebración cargada de signos, símbolos, guiños a la vida fue discurriendo en una prolongada acción de gracias que duró más de una hora y cuarto.
Tras la misa cuatro talleres esperaban a los más pequeños: de música con la cantautora valenciana Beatriz Grifoll; de farolillos reciclados y pulseras rosario a cargo de la Cuadrilla Bereziak como homenaje a la Cofradía de la Virgen Blanca en su 400 Aniversario; y de Cometas, por aquello del lema que ha presidido este curso “Atrévete a tocar el cielo” que se llevó a cabo por el equipo de monitores de Berakah y el asesoramiento del la Asociación de aficionados al mundo de las cometas LauHaizetara.
Para los menos niños la unión de las voces de los coros Dultzinea y Aranzabela deleitaron los oídos de los asistentes.
El kit de picnic campestre sació el hambre y dio las energías necesarias para que latinos y africanos marcasen el ritmo en la disco de campaña organizada.
A la hora taurina la comunidad se reunía para hacer balance de los “atrevimientos” de este pasado curso y presentar el lema que desde el próximo mes de septiembre nos pondrá a todos “manos a la obra”.Manos a la obra
Non solum sed etiam.
Doy gracias a Dios por seguir admirando el batiburrillo de razas, credos, etnias, y filosofías de vida que se reúnen en torno a Berakah. A lo largo del año los voluntarios de la mayoría de los servicios de ayuda y apoyo social bregan con realidades duras e incluso muy duras. Acoger al recién llegado, buscar vivienda para el sin techo, estudiar la concesión de un microdrédito, dar de comer al hambriento, asesorar y acompañar en casos al necesitado de una ayuda social, una asistencia médica, llevar un café a las chicas que ofrecen sus cuerpos en las rotondas, apoyar en el aprendizaje de un idioma, en los estudios a los más pequeños, en la búsqueda de un empleo para subsistir; acompañar para escuchar o solo estar al lado del que vive en la soledad y/o en la enfermedad, …
Pero también a lo largo del año los cerca de 250 voluntarios comparten celebraciones de diverso signo, comparten la Misa y la mesa, con un motivo solidario en la Cena a favor de manos Unidas, para venerar tradiciones de sus tierras como la procesión del Cristo de los Milagros o la Virgen de Caacupe, y los tiempos litúrgicos con sus sabores autóctonos en donde la Navidad sabe también a Latinoamérica y la Semana Santa a África, celebraciones ecuménicas, fiestas que sirven como bocanada de aire fresco para bucearse en la dura y cotidiana realidad de una vida afectada por la crisis, el paro, la soledad, la lejanía o la enfermedad.
Realidades que vive en carne propia nuestro prójimo, que denunciamos cada primer jueves de mes en un circulo de silencio, que procuramos paliar con el buen hacer de los voluntarios y el apoyo económico de particulares y algunas instituciones.
Berakah es una prueba de que otro mundo es posible, de que un grano no hace granero pero ayuda al compañero, de que la providencia “disfrazada” de mil maneras está presente y produce milagros cada día.
Berakah es un espacio en el que todos podemos ofrecernos y ponernos manos a la obra.
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