Enfrentar los peligros

Todos huimos de los peligros que nos acechan por temor a que nos hagan daño.
Hay personas que desafían los peligros porque necesitan generar adrenalina suficiente para valorar "la vida". Otras personas huyen de cualquier situación que pueda alterar su estabilidad física y emocional sin enfrentar la responsabilidad de arriesgarse cuando es necesario.
Las hay, también, que corren peligros innecesarios, desafiando a las leyes físicas y psicológicas creyendo que con eso se hacen más "fuertes".
Creo que los peligros de la vida llegan por sí solos sin necesidad de salir en su búsqueda y, de nosotros depende esconder la cabeza e ignorarlos o afrontarlos con madurez y sensatez.
Los "pequeños peligros" los vivimos a diario: la necesidad de ser lo que somos, de vivir desde la coherencia, de predicar desde la vida aquello que pronuncia nuestra boca, de ser fieles a los compromisos adquiridos, de donar nuestro tiempo a los demás, de mirar con ojos bondadosos a quien camina a nuestro lado... 
No olvidemos nunca que en cualquier peligro de nuestra vida Dios está presente.

Encar

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