Tú haces brotar las fuentes en los montes,
el agua del torrente
que desciende hasta el valle,
en la que abrevan los rebaños
y a cuya orilla hace su nido el pájaro.
Tú haces crecer la hierba para el ganado
y las plantas que el hombre cultiva
para sacar su pan de la tierra
y el vino que alegra su corazón
y hace que brille su rostro.
Cuando llega la noche, las fieras se mueven
y salen en busca de su alimento.
Cuando llega el día, se ocultan,
y el hombre sale a trabajar
hasta el atardecer, en que acaba su faena.
¡Qué hermoso es el inmenso mar,
con los infinitos peces que en él se mueven
y los enormes monstruos marinos!
Sobre sus aguas navegan los barcos.
Quiero cantarle al Señor.
¡Que mi canto le agrade!
El Señor es mi contento.
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