Dichosas, dichosos... los que tenéis los ojos limpios y ponéis sin temor el corazón a la intemperie; los que os entregáis con las fuentes, camináis con los ríos y miráis en la noche más allá de las estrellas; los que juntáis las manos para recoger la lluvia, los que no teméis del viento que ahogue vuestra voz. Porque en el reflejo de toda criatura encontraréis el reflejo del buen Dios.
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