Dichosas, dichosos... los que sois perseguidos por ser fieles a la tierra; los que, por respetar su armonía, sufrís el látigo de la incomprensión; los que no os resignáis a vivir en una tierra extraña, donde mueren sin sentido el águila y las personas, la risa y el paisaje; los que, en cada rincón de este planeta, descubrís la belleza y descalzáis vuestros pies, pues cada rincón es sagrado; los que decís que es posible una tierra hermana. Dios mismo será vuestra tierra.
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