1. Dichosas, dichosos... los pobres, humildes, indefensos, desdichados, oprimidos de la tierra; los que ponéis a la luz que la “civilización del progreso” y la “sociedad de la abundancia” están llenos de engaños, y declaráis que en el ser humano, con todo su poder y con todas sus riquezas, no se basta a sí mismo; los que vivís aceptando que nada es verdaderamente vuestro – por muchas cosas que tengáis - salvo el amor; que devuelve, la armonía al mundo. Os digo que ya poseéis el gozo del Reino de Dios.
2. Dichosas, dichosos... porque sabéis disfrutar de la naturaleza, y de todas sus ofrendas sin ejercer violencia ni generar destrucción; los que no os aprovecháis de la noche para pisar la hierba o matar los pájaros; los que no usáis la fuerza para ahogar el rumor del mar, ni romper el éxtasis de la belleza; los que trabajáis siguiendo el ritmo de la vida. En verdad os digo que poseeréis la tierra.
3. Dichosas, dichosos... los que lloráis y sufrís por la miseria de tantos, por los campos asolados, por las especies olvidadas... Los que reconocéis que formáis parte - aunque una parte muy pequeña - del universo y lográis que toda su sinfonía se encienda y resuene en vuestro ser diminuto. Vuestras lágrimas beberán la luz de las estrellas, y vuestro sufrimiento expondrá al sol de Dios vuestro corazón.
4. Dichosas, dichosos... los que tenéis hambre y sed de un orden más justo... y no os conformáis con no participar, de cualquier modo, en la degradación de la humanidad y de su casa, sino que buscáis con esfuerzo la superación de todo egoísmo, de toda injusticia, de toda violencia, hasta hacer de la tierra lugar de la vida, herencia para todos, todas. Os digo que participáis del gozo del Creador.
5. Dichosas, dichosos... cuando prestáis ayuda a todo ser que alienta y procuráis su dominio con sabiduría y amor, cuando cultiváis con humildad la bondad de las cosas, cuando recuperáis la rama herida y devolvéis al aire al pájaro caído: los que no lleváis vuestro trabajo como un yugo, sino como encuentro de vuestra libertad con la libertad del universo. Dios os prestará ayuda.
6. Dichosas, dichosos... los que tenéis los ojos limpios y ponéis sin temor el corazón a la intemperie; los que os entregáis con las fuentes, camináis con los ríos y miráis en la noche más allá de las estrellas; los que juntáis las manos para recoger la lluvia, los que no teméis del viento que ahogue vuestra voz. Porque en el reflejo de toda criatura encontraréis el reflejo del buen Dios.
7. Dichosas, dichosos... los que, como niñas/os, dais de comer a las palomas en las plazas del mundo; los que desmanteláis los misiles que amenazan a los pueblos; los que no os apuntáis a las guerras aunque os llamen cobardes; los que os ponéis delante de los tanques enarbolando una bandera blanca; los que con vuestra lucha u vuestro amor desbaratáis las semillas de toda violencia; porque estáis animados por el Espíritu de Dios.
8. Dichosas, dichosos... los que sois perseguidos por ser fieles a la tierra; los que, por respetar su armonía, sufrís el látigo de la incomprensión; los que no os resignáis a vivir en una tierra extraña, donde mueren sin sentido el águila y las personas, la risa y el paisaje; los que, en cada rincón de este planeta, descubrís la belleza y descalzáis vuestros pies, pues cada rincón es sagrado; los que decís que es posible una tierra hermana. Dios mismo será vuestra tierra.
9. Dichosas, dichosos, seréis, si aprendéis a vivir sin matar, a crecer sin destruir, a caminar sin dejar desiertos detrás de vuestros pasos. Estad alegres y contentos, aunque tengáis que sufrir por ello. Vosotros hacéis posible la Tierra nueva. No dudéis que Dios certificará vuestra obra. Amén.
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