Dios te dice: ponte en camino hacia el país que yo te enseñaré.
Que no es quedándose quieto que descubrirás la tierra prometida.
Yo te he hecho más libre que a nadie para que tú puedas escoger amar.
Yo soy el Dios que sonríe y que no para de dar la mano. Yo soy el Dios que se da a los demás.
Anda, no tengas miedo: el mundo está por hacer todavía.
El hombre se ha de construir.
El amor se ha de volver a inventar.
Atravesarás tierras y tierras y ninguna de ellas es todavía la tierra que te he prometido. Todas son tierras de paso. Pero cuando tú compartas con otro lo que llevas en el zurrón, cuando tú te expongas por otro, por los demás, haces que la tierra que pisas sea tierra prometida, porque el signo de la prometida es el Amor.
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