Padre, tú no eres en primer lugar
nuestro Juez y Señor,
sino nuestro Padre.
Que estás en los cielos,
hacia donde se dirige nuestra mirada,
en medio del camino.
Santificado sea tu actuar liberador,
contra los que oprimen,
tal vez, en tu nombre.
Venga a nosotros tu justicia,
comenzando por los más empobrecidos.
Hágase tu voluntad y tu liberación
que empieza en la tierra
y termina en el cielo.
El pan de cada día
que producimos todos juntos,
dánoslo a comer juntos.
Perdona nuestro egoísmo
en la medida en que combatimos
el egoísmo colectivo.
No nos dejes caer en la tentación
de explotar a los demás
y de acumular riquezas.
Y líbranos de la venganza y del odio
contra el malo que oprime y reprime.
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