El encuentro con Jesucristo vivo es el punto de partida para una auténtica conversión, y para una renovada comunión y solidaridad. Para hacer efectivo este proyecto siempre es Dios quien toma la iniciativa. Es Él quien se hace prójimo de los hombres y quien da el primer paso para ir al encuentro del hombre y la mujer. Es Él quien se interesa por su futuro, por su historia, y quien decide unirse y solidarizarse con los hombres y mujeres. Es Dios Emmanuel, es decir un Dios-con-nosotros que camina junto a su pueblo. Es un Dios que se da a conocer. Es el Dios de la revelación; el que se revela. Él actúa a rostro descubierto. Es un Dios que, al revés de los otros dioses, no se esconde detrás de su misterio.
La pregunta es, entonces, ¿dónde, cómo y cuándo podemos encontrarle? ¿dónde y cómo podremos dejarnos encontrar por Él? ¿dónde podremos verle, escucharlo, sentirlo y palparlo? (ver 1Jn. 1,1). El no minimiza sus presencias. Las multiplica. Y nos da los caminos al encuentro. Así lo aprenderemos en las páginas de la Biblia y, en especial, en los relatos después de la resurrección. En ellos Jesucristo nos revela los lugares y el lenguaje preferido. Donde hay amor y caridad, Dios ahí está. Donde está Dios, está la felicidad.
se agradece de todo corazón por tan importantes reflexiones que nos llevan a ponerla ante todo en practica y poder compartirlo con nuestros estudiantes. los jóvenes que hoy en día
ResponderEliminarnecesitan de dialogo y de dar a conocer a Jesús de otra forma que le llegue a ellos.