Cortar en esta jornada primaveral una rosa para Santa María es querer para la Virgen, que es la Reina y Madre, aquella flor que es considerada como la reina de las flores.
No hay rosa sin espina…ni vida sin dificultades. Llevar entre las manos una rosa ante la figura de Santa María es ser conscientes de que no hay contradicción ni escollo alguno que no se puedan resolver con un poco de esfuerzo por nuestra parte y con un poco más de confianza en Dios.
La rosa tiene como virtud que crece, se desarrolla y florece en las situaciones ambientales más adversas con la única condición de que luzca un poco el sol.
Te pedimos María que, como cristianos, vayamos creciendo como amigos de Jesús en este momento histórico traspasado y convulsionado por tantos contrastes ideológicos, sociales, políticos y religiosos que nos preocupan.
“Tienes derecho a llorar, pero, aún entre lágrimas,
no tienes derecho a renunciar a la alegría” (M.Quoist)
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