Quisiera encontrar el romanticismo de un bello planeta que vive en paz y armonía, que respeta los derechos de los más débiles, que no se corrompe, que mira por el bien de todos y cuida la creación de la naturaleza y humanidad.
Pero... no es eso lo que encontraría.
Me sorprendería por ver, aún con más claridad un mundo en el que la riqueza del fuerte se apoya en la supervivencia del débil.
Un mundo en el que hemos construido muros que separan, más que puentes que acercan.
Un mundo donde lo prioritario es el bienestar personal sin importar demasiado cómo están los que tenemos cerca y lejos.
Desde lo alto vería como se violan los derechos humanos y cómo se dividen familias, grupos, sociedades y países por razones de pensamiento y religiones.
Posiblemente también vería cosas buenas difuminadas entre las nubes. Personas anónimas que se preocupan de los otros, personas honradas que se dejan la piel por sacar adelante a sus cercanos inculcándoles valores que dan vida.
Me resultaría imposible no ver a Dios desde lo alto, y le pediría con todas mis fuerzas que nos ayude a vivir con dignidad y respeto, con la alegría que solo tienen aquellos que se olvidan de si mismos para darse por completo.
reflejosdeluz@yahoo.es
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