Alúmbrame, buen Jesús,
con la claridad de tu lumbre interior,
y quita de la morada de mi corazón toda tiniebla.
Manda a los vientos y tempestades.
Di al mar: sosiégate; y al cierzo: no soples; y habrá gran bonanza.
Envía tu luz y tu verdad para que resplandezcan sobre la tierra, porque soy tierra vana y vacía hasta que Tú me alumbres.
Derrama de lo alto tu gracia;
Riega mi corazón con el rocío de tu amor;
concédeme las aguas de la esperanza para sazonar la superficie de la tierra y produzca fruto bueno.
Levanta el ánimo oprimido
y emplea todo mi deseo en las cosas del cielo.
Úneme a Ti con el vínculo inseparable de la fe y el amor;
porque Tú sólo bastas al que te ama,
y sin Ti todas las cosas son relativas...
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