búscame en el tenue ocaso y me encontrarás con el lucero.
No te canses, no me olvides, solo... búscame.
Piensa en aquel arroyo, búscame en el agua fresca,
siéntela cerca tuyo y sentirás mis labios, mis besos cuál fruta tierna y fresca.
No estés triste, no llores, recuérdame.
Recuérdame en la sonrisa de un niño,
en la inocente brisa que se transforma en vendaval.
Recuérdame en las flores, en la fuente de agua viva,
en el vuelo de una ave, en la luz de un candil encendido.
Cierra los ojos y escucha tu corazón, él te abrirá el cofre de los recuerdos,
él, me traerá de vuelta a ti, él te recordará que te quise, te quiero y te querré.
Cuando me haya ido, no mueras conmigo, vive por mi y por ti, hónrame así.
Nunca olvides que estoy contigo,
tomándote de la mano, aunque solo la sientas como una brisa,
besándote y acariciándote aunque no lo creas.
Cuando me haya ido, no desesperes, no llores,
búscame en tu corazón y allí me encontrarás solo para ti, eternamente.
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