Pasan los días y los años, se enreda la historia,
y se llena de nombres, de rostros, de gestos. Se suceden los llantos y las risas.
Se arrugan los rostros y las manos. Se llena de nieve el cabello.
Hay heridas que al fin cicatrizan. Pasan palabras que se olvidan, canciones que mueren,
versos que nadie recita más. Pasa la vida, sólo una.
Pero tu Palabra permanece.
Permanece el amor, como fuerza poderosa.
Permanece cada caricia que humaniza el mundo; cada acto de perdón y cada fiesta sin excluidos. Permanece la bienaventuranza como una forma de ser y el prójimo,
y el abrazo al hijo pródigo que regresa. Tu palabra no pasa. Nunca.
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