Y por eso hice un mundo, donde pudieras estar, hasta que llegara el momento en que vivieras junto a mí; en ese mundo puse la
belleza en una flor, puse tierra y semillas para que pudieras comer,
puse el cielo y le di el día y la noche; en el día puse un sol, para que
sintieras el calor de mi amor, y en la noche puse la frescura para que sintieras sin ver, puse la oscuridad y en ella la luna y las estrellas, para que supieras que en la penumbra hay belleza, que la belleza no solo se ve, sino que también se siente y que hice las estrellas para ti, para que te dieran su luz.
Puse un mar, en ese mundo puse animales, todos diferentes de forma y color para que los pudieras distinguir, también pensé en ellos y les di un lugar para vivir.
Pensé que te aburrirías si todo fuera del mismo color, por lo que a las plantas les di el verde, al día el azul, a la noche el negro, a las estrellas su brillo y hasta a tus ojos les di color. Permití el mal para
que pudieras conocer el bien, puse en tu corazón bondad, amor y también perdón.
Pensé que no podrías estar solo, e hice a una mujer, para que hubiera un cuerpo que diera vida y mandé muchos como tú, también pensé que no me entenderías, por lo que te di inteligencia.
Estaba yo feliz, pero luego vi que no sabías pensar y ¿sabes?, sentí decepción cuando creíste que yo no existía, que todo tenía una explicación científica, y la tiene, porque la puse para que pudieras
entenderme con mayor facilidad.
Y como te amo, de vez en cuando o muy seguido te mando un problema, que es un regalo que te doy para que aprendas a crecer, y aun así, dudas de mí, de mi presencia.
Todo el tiempo pienso en ti, y todos los días mando una señal especialmente para ti, y aunque te di ojos te veo ciego, y en el mundo que te regalé sembraste semillas, pero no para comer, sembraste el odio, el egoísmo, la frialdad y las dejaste crecer, y te pedí que las cortaras y no me hiciste caso, porque vives tu mundo material.
Y como te hacías sordo a mi voz, decidí escribirte esta carta para recordarte que te amo, y si me has hecho daño, te perdono.
Yo también siento, y sabes, te pido que me recibas en tu corazón, y que encuentres en mi consuelo, paz y tranquilidad…
Acércate a mi, no necesito decirte quien soy...
Tú ya lo sabes.
Amén,
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